SAN ALBERTO, Ituzaingo

Haciendo una breve recopilación de diversas páginas locales, encuentro una pequeña historia del Barrio San Alberto, de Ituzaingó.
Padre Juan Coltro en Capilla San José Obrero
A la cual agrego información obtenida luego de una serie de entrevistas a los vecinos.  Esta nota fue publicada cuando se llamaba revista "Itu Red", distribuida en Agosto 2014.
Por supuesto, cualquier dato que quieran sumar lo dejan en comentarios. 
Un gran abrazo.

SAN ALBERTO




Originalmente en las tierras estaba el tambo de Angel y Serafín Rocco, los campos de los hermanos Melano, las quintas de Enrique Bataller, Ferreiro, Vicente Boluda y “Los Pirinchos”.
Con los años, estos terrenos constituyeron un campo del Ministerio de Educación utilizado como basural que cubría una extensión de 43 hectáreas. Luego fueron transferidos a la Municipalidad de Morón y convertidos en un depósito de residuos. Esta zona de suelos anegadizos se convirtió en lugar de cirujeo y cría de cerdos. En 1963, se loteó y dió origen al barrio Obispo San Alberto y a tomas en tierras fiscales como en el Bº La Esperanza. Los límites de San Alberto son: Acevedo, Pringles, Martín Rodríguez y Famatina.

¿Cómo era esta zona?“Esto era todo campo, los cardales parecían selva para pasar, uno tenía que abrir surco para pasar. Así andábamos, nos faltaba la pluma nomas”. Cuenta en chiste Don Juan Villalba, antiguo vecino de San Alberto. ”Ir caminando todos los días a ´San Antonio´ (San Antonio de Padua), a comprar a Villa León o a trabajar en capital, ir y volver, era cansador, porque todo era lejos y de a pie”. Y lo cuenta alguien que venía de Villaguay Entre Ríos, expulsado en el ´55 cuando cayó Perón. Él llegó a los 21 años con sus gustos por el peronismo y la construcción, oficio con el que nos regaló las obras del Convento de monjas de Ituzaingó, ambas fábricas “Curvo Sold”, el convento en Don Bosco y el Barrio Aeronáutico que cuenta con casi todas las casas revocadas por él, mientras cuadrillas de paraguayos levantaron las paredes .

El primer colectivo que entró fue el del Chacarero y después, Vernaza a recoger obreros desde temprano. Era diferente a lo conocido hoy,  era un amigo, que las 4 de la mañana venía tocando bocina de atrás del ferroviario avisando y despertando. No faltaba quien salía en calzoncillos para no perderlo. El chacarero era el dueño de la estación de servicio de Hirigoyen (continuación de Famatina). “El recorrido era de ´arriba´ (Padua) hasta por aquí, el fondo” decía don Juan. Como Famatina era de barro, los días de lluvia había que rescatar a algún enterrado con su carré (carro) y lo sacaban entre vecinos. Mucho peor si había pasado por el barcito de Paganinni, en Almagro y Balbastro, famoso en la zona por ser un punto de encuentro de laburantes y donde se gozaba del fenómeno de las “curdas decentes”. Antes se conocían todos, hasta a los recién llegados, había mayor solidaridad y ánimo por lo difícil que era la vida (para comprar pan había que ir a “manzanares”). Recién se acortaron las distancias cuando vino el asfalto a Jacinto Benavente, hoy Almagro, y llegó el colectivo 632 de la empresa 216 por Almagro hasta la estación Castelar.
SAN ALBERTO CARNICERIA
No todos sabemos que: En 1958 y 1959 sufrimos dos grandes  inundaciones, entró el agua hasta Cerrito y trasladó gente desde el fondo hasta acá por ser mas alto; Don Pache pasó tres días sobre una mesa esperando que bajara el agua. Que mataron a un delincuente  el 24 de diciembre a la noche de 1975 y los balazos se incrustaron en la pared de la farmacia de Don Armando Gulliari, (Cerrito y Almagro), justo cuando estaba de guardia. Que por el zanjón de Martín Rodriguez pasaban cadáveres cada dos por tres y que se debía vivir con la puerta cerrada por la cantidad de sapos que había, “antes salías a la vereda y pateabas sapos”, dicen los vecinos antiguos.

No había hospital, los más cercanos eran el Posadas (1950) o el de Haedo (1942),  y los vecinos armaron con otros vecinos de Villa León un cancha bochas, donde se reunían sábados y  domingos para juntar fondos. Algunos pagaron cuota de socios y así colocaron una Casilla en el lugar donde hoy, en la calle Brandsen, funciona el hospitalito. Con el esfuerzo de médicos y  socios lo hicieron crecer.
La solidaridad entre vecinos dió fruto a la Sociedad de Fomento; los vecinos empezaron alquilando, luego  compraron un terreno en Almagro 3360, casi Castelar y luego otro alado con Don Paganini, quien, dicen, cambió las vacas por el terreno y puso el boliche.  Ese empuje logró una Sociedad de Fomento con gente comprometida, con fundadores como Fusta, Carlos Aguirre o Ávalos que se preocuparon mucho. Levantado por vecinos con ladrillo o cal, sobrante de sus casas y con sus manos, los lotes de Almagro entre Castelar y Blabastro dieron vida a fiestas y actividades sociales durante unos 30 años. Gracias a esta institución el corso ocupaba calles enteras de alegría y la Plaza 1° de Mayo colmaba de familias enteras.

Argentina cambió en el 2000 y cambió a San Alberto. La vida y las preocupaciones ganaron frente al camaraderismo. La sociedad de fomento que funcionaba en Almagro 3360 (entre Castelar y Balbastro) no funcionó como antes, un poco por problemas económicos y otro por desinteres de quienes quedaron a cargo de la institución, según cuentan los vecinos, con mucha tristeza por el esfuerzo de muchos vecinos y los recuerdos de décadas.
San Alberto
Olga Filz no era directiva, sí una vecina que iba con su marido a bailar los sábados. Ella nos cuenta: “Fue durante la “presidencia” del último “gobernante”  que dejaron de venir artistas, cesaron los bailes y dejó de rebalsar de familias”. Sumado a esto, una serie de irregularidades: “nunca se hizo reunión para elección del directorio” o incluso en la aceptación de socios por “su cara no me gusta y cerrando la puerta”.  Varios fueron los intentos de vecinos para seguir participando en su PROPIA Sociedad de Fomento, incluso C.U.I.N (Comerciantes Unidos de Ituzaingó Norte) trató de usar la sede, comentó Armando Gulliari, pero no se pudo.
El año pasado murió el apoderado y ya estaba loteado y vendido. Por ello Olga Filz juntó 450 firmas para reclamar por lo que les pertenece a los vecinos del barrio emotivamente, históricamente, geográficamente y económicamente.

Hay quienes dicen que  la sociedad de fomento se fue abajo, “porque ninguno de nosotros, los viejos, los de siempre, fue a reclamar por nuestra casa”. “Y aunque compramos la tierra y nosotros la escrituramos, alguien se la quedo”dice Olga Filz. Pero hay pujanza y el estatuto dice que no se puede vender en 50 años, como el predio donde hay jardines, escuelas, etc.

 Padre Juan Coltro
El cura párroco del barrio, el Padre Juan, era en tiempos pasados un especie de guardián, que hacia un ruido particular con su bicicleta al pasar de madrugada y uno sabía que era él y estaba todo bien; también era el que andaba en la noche, por el barro, aplicando inyecciones con la ayuda de una monja del convento y una linterna. Fue él quien hizo fuerza por asfaltar Castelar y unir el convento de las hermanas del Monte Calvario detrás de Castelar y Acevedo con la iglesia del padre Juan, en Castelar y Rivera.


La creación de C.U.I.N (Comerciantes Unidos de Ituzaingó Norte) en barrio San Alberto es lo actual de la historia. La pretensión era expandirlo a todo Ituzaingó, pero todavía no fue posible. La tarea llevada por Pablo del Autoservicio, Armando de la rotisería y demás comerciantes del lugar, es valiosa y continua. En estos tiempos el camino es inverso, necesitás crear confianza y no caer en oportunismos propios de la sociedad pública, estatal, privada etc. Y  C.U.I.N ya cuenta con 70 socios fijos, no le va nada mal en la reconstrucción de la confianza barrial. Sumado a esto, la ayuda municipal, está viendo crecer su sede en la esquina de Almagro y Ayolas. 

Todos coincidimos en que Ituzaingó, comparado con otros sitios, es un paraíso. Y del buen aire nació la solidaridad característica de lugar. Así como Don Juan aportó en la construcción de casas con sus propias manos, Don Armando en preparar recetas magistrales en su farmacia, Doña Olga en fomentar la vecindad, Don Paganinni cultivando la tertulia y el chacarero transportando a los obreros… no olvidemos el espíritu solidario y confiemos, creamos, pretendamos mas historias lindas que valgan la pena contar.


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